MARTES DE LA SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIO



Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 23-27


En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.

En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole:

«¡Señor, sálvanos, que perecemos!».

Él les dice:

«¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».

Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados:

«¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».


Palabra del Señor


REFLEXIÓN


La fe, un don y una respuesta


Hoy el tema del Evangelio es la fe, una fe tambaleante de unos discípulos que estaban comenzando a conocer a la persona de Cristo. Es fundamental para nuestra vida comparar este relato evangélico con nuestra vivencia diaria, en especial en los momentos más fuertes y dolorosos de la vida, en donde sentimos la presencia de Cristo, pero de una manera inexplicable: dormido. ¿Por qué Jesús estaba dormido? Vemos la humanidad de Jesús, cansado por la predicación de los días anteriores, pero también la confianza en Dios Padre, y nos enseña que, a pesar de lo grande que sean los agites de las olas del mar de nuestros miedos, la confianza en Dios es algo que no defrauda a nadie. Cuando tienes un problema Jesús duerme en tu corazón, para enseñarte a confiar en Él.

Para la calma de nuestras tormentas, hay que dar dos pasos: el primero es que dejes subir a Jesús en la barca de tu corazón, porque, por muy fuerte que sea la tormenta, Jesús es la calma que tanto te falta. El segundo es la fe, la cual juega dos papeles en nuestra vida: es un don gratuito de Dios hacia el hombre (CEC N162) y es la respuesta del hombre a la Revelación Divina (Cfr. CEC N166). La fe es una gracia que Dios nos da para que junto con nuestra inteligencia y voluntad, podamos adhesionarnos a Dios, es algo cierto, y la misma escritura lo dice en Hebreos 11, 1 “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”.

Sí, es algo complejo, y más cuando el miedo en nuestra vida se convierte en un obstáculo para seguir, pero es la fe la que rompe los obstáculos de los miedos y la que nos hace confiar plenamente en aquél que tiene el poder de calmar cualquier tormenta en nuestra vida, por muy fuerte que sea.


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