NO ESTAMOS SOLOS
En esta etapa culminante de nuestra Pascua, la Palabra de Dios continúa enseñándonos el camino a seguir para vivir con entusiasmo los grandes frutos que va a dejar este gozo pascual en nuestra vida, sí, a pesar de la confusión que podamos estar viviendo por las circunstancias de esta pascua, podemos decir con alegría que no estamos solos y ese es la base del gozo pascual, que Cristo resucitó para estar con nosotros y aunque ascendió a los cielos, como lo viviremos el próximo domingo, no nos dejó solo, está con nosotros ayer, hoy y siempre. Es interesante que el Señor, durante toda la historia de la Salvación, está ejerciendo aquél nombre que el profeta y el Ángel dijo en su momento: Dios-con-nosotros.
Dios-con-nosotros en la Comunidad Eclesial.
Lucas en los Hechos de los Apóstoles, no pretendió escribir una utopía sobre la Iglesia o algo inalcanzable, tampoco se limitó sólo a contar cómo fue la primera comunidad cristiana, todo es una enseñanza: nos enseñó que nuestros orígenes es estar en comunión y esto es lo que hemos meditado en toda esta Pascua con los Hechos de los Apóstoles, es cierto aquella frase utilizada por tantos grupos de diversos ámbitos: “En la unión está la fuerza” y esa es la verdadera comunidad Eclesial, una comunidad unida sin discriminación, sin juicios, sólo con amor y servicio.
La comunidad protagonista de esta primera lectura no viene a ser Jerusalén o Galilea, tampoco Nazaret o cualquiera de estas ciudades que no se catalogaron de mala manera por los judíos, hoy la comunidad protagonista es Samaría, aquella donde los apóstoles desearon que ardiese fuego porque no los escucharon, aquella de la mujer de los 6 maridos que representaban a los dioses que ellos habían adorado, era el pueblo odiado por los judíos y viceversa y esto debe ser para nosotros un espejo, porque como comunidad eclesial hemos convertido el rechazo a posturas anticristianas y amorales en el odio a quienes la practican, y hemos puesto nuestro orgullo como una barrera para que en mi comunidad no entren aquellos que me sacan de mi zona de confort.
Se nos olvida que Dios no quiere la muerte del pecador sino que cambie su conducta y viva, pero nuestro antitestimonio intensifica una realidad: nuestros hermanos -no sólo los que practican otra religión, sino toda ideología, postura, forma de vivir o de ser- no quieren cambiar su conducta, porque sienten el rechazo de aquellos que según sí la cambiaron. ¿Ha cambiado su conducta aquél que juzga y que no es capaz de perdonar?
Hermanos, nuestra comunidad es de amor y servicio, no debe haber lugar para juzgar, sino para el encuentro de Dios con las personas y de estas con Dios, pero también para el encuentro de los hijos de Dios como hermanos que somos. Dios no mira quién eres, qué hiciste o quién es tu dios, lo único que Dios quiere es que le des tu corazón para sanarlo de todo aquello que lo ha herido, para que vivas en plenitud la verdadera felicidad y para que te dejes guiar por su Voluntad, la cual te llevará a aquello que hace mucho tiempo estás buscando. La Iglesia, nuestra comunidad debe ser el lugar para ello, y no hablo del templo, hablo de nuestro Cuerpo Místico, de cada uno de los miembros de este cuerpo. Es el momento de que ejerzamos nuestra función como Iglesia: ser el lugar para que Dios se encuentre con aquellos que se han alejado de él, porque la Iglesia no es un juzgado penal, sino un signo visible del Amor grandioso de Dios ha sus hijos.
Dios-con-nosotros es Esperanza.
En estos tiempos mucha gente ha perdido el norte y también la esperanza. Nos dimos cuenta que lo importante no es el dinero, sino la vida, en una cultura en donde la vida se ve como un privilegio de algunos y no un regalo de Dios. Hoy Pedro en su carta nos anima a dar razón de nuestra esperanza, y en este momento crucial de nuestra historia es el tiempo oportuno de dar razón de Cristo, nuestra esperanza.
La mejor manera de darle gloria a Dios es viviéndolo, y vivirlo es manifestando a todos la esperanza de que Dios está con nosotros, y no sólo como un pensamiento optimista, sino como una realidad grabada en el corazón, pues, la esperanza es una virtud que nos viene de Dios. Hoy en día la exposición moral de la Iglesia se ha puesto en duda, porque lo que se pregona mundialmente, va en contra en muchos aspectos, y cabría la pregunta ¿Cómo hará la Iglesia? ¿Van a aprobar el matrimonio entre personas del mismo género, el aborto, la eutanasia, los métodos anticonceptivos, etc? ¿Debe la Iglesia actualizarse o debe el mundo moralizarse?
San Pedro da una respuesta contundente: “Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que sufrir haciendo el mal”. La cuestión no está en si nos actualizamos o no, en si el mundo “retrocede” o no, el problema está en que en tanta mezcolanza de ideologías hemos creado un conflicto en donde no sabemos qué es lo bueno y qué es lo mano, y por evitar muchos males, propagamos otros peores. Hemos preferido hacerle caso a la actualidad que a nuestra propia conciencia, y la esperanza de que Dios está con nosotros nos hace reflexionar y tener presente que es mejor que nos llamen “mentes cuadradas” pero tener la conciencia tranquila que ser “liberales” y tener la conciencia destrozada.
La Esperanza que profesamos debe marcar la diferencia, no es cuestión de extremos, sino de vivir en realidad la plenitud de la Vida que nos ofrece el Dios de nuestra esperanza: una vida llena de virtudes en una comunidad donde no me juzgan y que me anima a regresar al Padre cada vez que me alejo de él. Eso no es extremismo ni mente cuadrada, es la vivencia de la esperanza cristiana.
Dios-con-nosotros en el Amor del Padre y del Hijo
En nuestro credo niceno constantinopolitano profesamos que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, y esta procedencia es precisamente el Amor hecho persona: el Espíritu Santo que se manifestó y se manifiesta en cada momento en nuestra historia de Salvación. Jesús hoy nos dice que lo enviará, utilizando una palabra griega de gran significado: Paráclito. Y ¿Quién es el Paráclito? La palabra Parakletos es una palabra compuesta: Para suele ser utilizado para nombrar a algo que está junto o al lado de otra cosa, por ejemplo “Paralelo” y Kletos es un vocablo cuya raíz viene de Kaleim, así como el origen del vocablo Iglesia, y este vocablo se refiere a un verbo que indica una llamada o invocación. Es decir, la palabra Parakletos siginificaría “Yo llamo o invoco al que está junto a mí” y ese es El Espíritu Santo, aquél que está junto a mí. Es el Espíritu Santo quien nos inspira a guardar los mandamientos por medio del amor, y es que los mandamientos precisamente es el Amor, cuando Jesús dice “Si me aman, guarden mis mandamientos” lo que nos está diciendo es “Ámense” y esa es la efusión del Espíritu Santo, el Amor de Cristo, el cual estamos llamados manifestarlo en nuestros hermanos.
Queridos hermanos, no estamos solos, Dios está con nosotros, y nosotros estamos llamados a manifestarlo en nuestros hermanos por medio del amor, eso es lo que nos pide Jesús, amarnos sin medida y sin condiciones.
Este discurso de Jesús es precisamente su discurso en la última cena, es el legado que nos dejó, el Amor manifestado en el Espíritu Santo, y el Amor a nuestros hermanos es la mejor manera de manifestar que en verdad amamos a Dios.
Hermanos, no desfallezcamos, Dios está con nosotros, en su Iglesia, en nuestro hermano y en nuestro corazón, él nunca nos dejará solo y esa es nuestra esperanza. Confiemos en Dios, que nos enviará a su defensor, a aquél que está a nuestro lado. Nunca desfallezcamos en la oración y nunca desfallezcamos en que seremos mejores y que todo cambiará.
¡Alabado sea Jesucristo!
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