EL AMOR DEL PADRE Y DEL HIJO
Cincuenta días después que Dios liberó a Israel de la Esclavitud, el mismo Dios, en el Sinaí le entregó las tablas de la Ley a Moisés, confirmando así, las hermosas palabras de la Alianza bilateral: “Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios” (Ex 6,7-9) Por eso, los judíos se reunían en una fecha llamada “Pentecostés” cincuenta días después de la Pascua para conmemorar ese hecho. Siete semanas después de la celebración de la Pascua, los judíos se reunían para celebrar la “fiesta de las semanas” o “fiestas de las mieses” donde le daban gracias a Dios por los frutos y las primeras cosechas, por eso el día de nuestro Pentecostés, había gente de todas las regiones en aquél lugar, porque había fiesta. También, 50 días después de una Nueva Alianza, de un amor consumado en la cruz y de una muerte derrotada por el esplendor de la resurrección, doce hombres y una Madre reunidos en la oración, en un ambiente íntimo, pero también de temor, recibieron los frutos de esa Pascua Eterna de Cris...